Leer “La Vorágine” fue un ejercicio de borrar y reescribir imaginarios; y de esta experiencia me quedo con la idea de que este libro es una historia que se construye a partir de la reflexión y la introspección de los personajes, principalmente de las de Arturo, sobre amar: “vos no la podés obligá ni a que te quiera ni a que te siga, porque el cariño es como el viento: sopla pa cualquier lao”, ser amigo: “-Franco-le dije-: yo no digno de tu amistad. ¡Yo le pegué a la niña Griselda! Desconcertado, se ahogó en estas voces: -¿Alguna falta que te cometió? ¿A tu señora? ¿A ti? -¡No, no! Me emborraché y las ofendí a amabas, sin motivo alguno. Hace ya siete días que las dejé solas. ¡Dispara contra mí esa carabina! Tirándola al suelo, se echó en mis brazos: -Tú debes tener razón, y si no la tienes, te la concedo. Y nos separamos sin decir palabra más”, la relación del hombre con la “selva”: “-Ay, señor, parece increíble. Son picaduras de sanguijuelas. Por vivir en las ciénagas picando goma, esa maldita plaga nos atosiga, y mientras el cauchero sangra los árboles, las sanguijuelas lo sangran a él. La selva se defiende de sus verdugos, y al fin el hombre resultad vencido. […] Algo peor todavía: la selva trastorna al hombre, desarrollándole los instintos más inhumanos: la crueldad invade las almas como intricado espino, y la codicia quema como fiebre. […]” y las masacres durante la “fiebre del caucho”: “El sabio seguía impertérrito, fotografiando mutilaciones y cicatrices. ‘Estos crímenes, que avergüenzan a la especie humana-solía decirme-, deben ser conocidos en todo el mundo para que los gobiernos se apresuren a remediarlos.”. Todo esto escrito de una forma bella, o si se puede decir, romántica: “Luego, nosotros, prosiguiendo en la marcha, nos hundimos en la inmensidad”
Desafío de lectura 2015: Un libro basado o convertido en una serie de televisión.Este libro marca una huella cruel en el alma. Su protagonista (con el que Rivera entabla un juego especular, presentando una foto propia como si fuera del personaje) oscila entre la denuncia social de la explotación de los caucheros en Colombia, Venezuela y Brasil a principios del siglo XX (en este sentido me recordó mucho al cuento "Los mensú" de Horacio Quiroga) y el patetismo de su personalidad inestable, pretenciosa y vana. Llama la atención su particular percepción de las mujeres, a las que anhela y odia, a las que idealiza y agrede, a las que mira a través del lente distorsionado de su concepción de masculinidad y, más adelante, de su locura.La locura es un elemento que permea la novela, especialmente a partir del ingreso a la selva, donde se exacerban la violencia y el horror a través de la descripción naturalista. Se exalta la tierra, ya sea el llano o la selva, y por lo general actúa como un agente más poderoso que cualquier personaje. El uso del dialecto (la obra incluye una sección de vocabulario, que se ha quedado un poco corta por culpa del paso del tiempo y la distancia geográfica) hizo más reales a los personajes y me sumergió en la lectura.Intertextualidad:Menciones directas:*La Biblia, anónimo.*Referencia a Maritornes, personaje de Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra.
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¡Buenísimo! Un libro de esos que difícilmente se olvidan. Una narración impecable, llena de imágenes que terminan por hacer de la selva algo que lentamente va cobrando vida. El estilo poético de Rivera se hace preciso en los momentos de mayor elucubración selvática. Asimismo, las distintas voces que se cruzan en la novela hacen que, en cuanto a diálogos, el libro se muestre impecable; a la par de cualquier libro de la literatura universal. Más allá de eso, el viaje de Cova termina por hacer de la selva y de las personas que allí residen un territorio agreste, totalmente alejado de las visiones románticas del lugar. La selva se muestra como el espacio en el que los hombres pierden sus valores para sumergirse en los vicios más obscenos de la naturaleza humana. Las empresas caucheras se muestran como la epítome de la corrupción humana, frente a las que nada (ni nadie) parece poder hacer frente. Los personajes se ven cuestionados por todo ese monstruo que implica la selva, con sus recovecos, voces, árboles que desvían el camino y que lloran por la mano del hombre; y que parecen querer acabar con todo rasgo de humanidad que subsista en las personas. Increíble que, siendo de Neiva (ciudad natal de Rivera), yo no hubiese leído esta obra antes. Más aún, me parece totalmente inconcebible que una obra como La Vorágine haya sido escrita por un paisano, digna de su espacio particular en las obras de la literatura universal.
—Andrés Cabrera
Comienzo diciendo que el libro no es malo, en absoluto. Estoy segura de que es una obra maestra de la literatura colombiana que merece mucho respeto al visibilizar las condiciones degradantes en que los indígenas y caucheros vivían por culpa de sus "amos". Mi problema consiste en que no pude disfrutar de la historia ya que me obligué a leer -aunque no quisiera hacerlo-, pues en tres días debo presentar un trabajo sobre el libro para una clase de la Universidad. Lo releeré en unos años, cuando tenga el tiempo, las ganas y no sea por obligación. Seguro que la experiencia será distinta y le daré a este libro la nota que se merece.
—Estefanía