Hay escritores secretos, y Steven Millhauser es uno de ellos. Son de ese tipo de escritores que quieren pasar desapercibidos y no conceden entrevistas, aunque sin llegar a los extremos de Salinger o Pynchon. En cuanto a sus historias, residen en un territorio indefinido, entre lo real y lo fantástico. Millhauser crea, imagina personajes históricos que nunca existieron pero que podrían haber existido. Su bella, perfecta y pulcra prosa (he leído cuatro libros de Millhauser traducidos al castellano por tres traductores diferentes y la calidad sigue estando ahí) narra sobre artistas de todo tipo que intentan escapar de la realidad dejando atrás lo real por los sueños.’Pequeños reinos’ consta de tres cuentos largos:El pequeño reino de John Franklin Payne es la historia de un caricaturista de principios del siglo XX. Todo comienza una madrugada de julio de 1920, en que Franklin, abstraído en su trabajo, decide salir a pasear por el tejado de su casa. Este tono de melancolía impregna y marca el resto del relato, donde asistimos al camino escogido por Franklin para la consecución de su sueño. El relato es luminoso, sencillamente maravilloso.La princesa, el enano y la mazmorra parece un cuento de hadas, pero es más bien un relato histórico sobre una ciudad y su castillo. La historia está despojada de magia, y el tema central son el amor, los celos y la pérdida. El relato está dividido en diferentes segmentos, contándose en unos la narración de los protagonistas del castillo, y en otros la historia de la comarca, de tal manera que las vidas de los habitantes del pueblo están presididas por las historias que se cuentan del castillo, que se han convertido casi en leyendas. Resulta fascinante cómo Millhauser va desarrollando la historia.Catálogo de la exposición: el arte de Edmund Moorash, 1810-1846 es un relato complejo en su construcción, que no en su comprensión. Millhauser nos da a conocer la vida de este pintor ficticio a través de sus cuadros. Mediante la descripción de sus cuadros, como si de postales se tratase, vamos conociendo cómo surgió la idea, y sobre todo cómo era Moorash y su hermana Elizabeth y sus amigos más allegados. El compilador del catálogo realiza un profundo análisis psicológico de los personajes, haciendo uso también de diversos fragmentos de los diarios de Elizabeth y de una de sus amigas. Mediante el examen de los lienzos por parte de este erudito compilador, se nos va desvelando una historia fascinante, donde la experiencia humana y el arte se conjugan para dar lugar al retrato de este artista.Leer a Millhauser es toda una experiencia a la que es difícil resistirse. Sin lugar a dudas, Millhauser es todo un alquimista.
Tres cuentos como tres soles. Historias dispares pero íntimamente relacionadas entre sí, porque todas las narraciones nacen de un único manantial común y ancestral en el que las partes se mezclan hasta la complejidad del infinito. Y Steven Millhauser conoce los secretos del alquimista. Creador de pequeños reinos de meticulosa artesanía, de seductora fantasía, Steven Millhauser se acoge a una suerte de cadencia dulce y melancólica de observador, a la vez gozosa alegría de asistir al proceso minucioso del detalle, de la génesis del movimiento, imitando en su trabajo el despliegue exacto y compulsivo de la creación. Una 'poesía de lo imposible' en la que de forma gradual nos involucramos, sabedores de que estos mundos de ficción y realidad se despliegan entre la bruma del sueño y la nitidez de lo verídico. Es entre estos dos planos donde Steven Millhauser se mueve con soltura y con la magia del ilusionista. Nuestros sueños constituyen nuestra historia, dice Steven Millhauser en un momento del libro, y me permito soñarme a mí mismo en un cinematógrafo de los años veinte, asistiendo a la proyección de 'Sueños de museo de diez centavos', 'Juguetes a medianoche' y 'Viaje al lado oscuro de la luna', esos pequeños tesoros de la animación, producto del trabajo incesante de John Franklin Payne; o asistiendo a una exposición de la obra de Edmund Moorash... Porque 'es imperativo derrumbar las restricciones de lo real, desencadenar el universo y permitir la irrupción de lo imposible': Steven Millhauser es un explorador de la literatura. Y desde luego sus hallazgos cautivan.
What do You think about Little Kingdoms (1998)?
Millhauser's collection of three novellas was of varying interest and quality. The first story, The Little Kingdom of J. Franklin Payne was the clear standout; emotionally engaging and an imaginative look at both the concept of art as an extension of its creator as well as early animated cinema. The next two novellas, though, were significantly less interesting, both felt more like experiments in form rather than solid narratives. The Princess, the Dwarf, and the Dungeon wasn't of any real interest to me, a play on oral storytelling as history and medieval fairytales that lacked real connection and seemed an overlong genre exercize.Catalogue of the Exhibition was better than the novella that preceded it, although it only really picked up as it neared its Gothic movement at the end. The listlike reference points for these fictional paintings was tedious and, although it acted to maintain some sense of historical reality, merely drew me away from the narrative.I am interested in reading his full-length novels, though, purely based on my enjoyment of the Payne story.
—Conor Bateman
The novellas in this collection aren't necessarily what I'd call the most fun of reads, but the writing is really superb and I enjoyed the experimental structures of the last two stories. The last story was by far my favorite - at first it put me off because it is, literally, a catalogue of a series of paintings, but the way in which he used the descriptions of the paintings to tell the Usher/Dorian Gray-esque story was really cool. I almost felt guilty that he had to read my written the night before short stories in school.
—Erika