La relación de las últimas "enseñanzas de don Juan" cierra impecablemente el ciclo iniciado con el libro de ese título y proseguido en Una realidad aparte y Viaje a Ixtlán. Las lecciones de brujería y la obra que las narra llevan aquí sus postulados a la conclusión natural: los misterios del conocimiento secreto se disipan como la bruma en el acto mismo de cobrar concreción definitiva; una acumulación de poder personal resulta en la despersonalización del poder y todos los prodigios se funden en el único prodigio de la vida terrena. Puede advertirse el paralelismo entre la iniciación guerrera que Castaneda ha cursado y la "disciplina sin doctrina" del Zen, y no son menos claras las diferencias de tono y humor, es decir de civilización. Sabiduría bárbara, la de don Juan reaviva estructuras primitivas de la conciencia e inserta su realidad mágica en nuestro realismo convencional, no sólo produciendo fenómenos que contradicen las convenciones sino a través del discurso articulado que postula todo un modelo del mundo. Pero este encuentro de la cultura occidental con las raíces indígenas es en primera instancia una historia cautivante que fluye entre el asombro y la risa.