Anna Wolff había llevado una fotografía de Paul Scheibe a The Firestation y el camarero negro había dicho que Scheibe podía ser el segundo hombre con quien Hauser se encontraba a veces. Pero no estaba seguro. Estaba solo en su oficina cuando Markus Ullrich, el hombre de la BKA, golpeó a su puerta. No tenía su característica sonrisa. —Herr Fabel… Me pregunto si podría hablar un momento con usted y Frau Klee… en privado… —Voy a Colonia —dijo Maria después de que Ullrich terminara—. Esto no es ningún condenado accidente. —Ni lo sueñes —dijo Fabel. En la sala de reuniones estaban sólo él, Ullrich y Maria—. Esto es cosa de la policía de Colonia. Y tal vez te hayas olvidado, pero nosotros estamos en medio de nuestra propia investigación. —La policía de Colonia no conoce a Vitrenko. —La expresión de Maria se había endurecido—. Está claro que creen que fue un accidente.